PROVINCIA DE BOCAS DEL TORO, Panamá – «No ofrecemos una atención especial para las mujeres», lamentó Jakelyn Chiu, madre soltera de tres hijos de la provincia de Bocas del Toro, en Panamá. «Aquí, en este distrito, no tenemos un ginecólogo permanente. Las mujeres tienen que ir a otra provincia para recibir atención médica».
La Sra. Chiu tuvo su primer hijo a los 17 años y ahora trabaja con el UNFPA, la agencia de las Naciones Unidas para la salud sexual y reproductiva, empoderando a las adolescentes y previniendo embarazos no intencionales en su comunidad.
En toda América Latina y el Caribe, una niña se convierte en madre cada 20 segundos, según un reciente informe del UNFPA. Con 1,6 millones de nacimientos al año, esta región cuenta con la segunda tasa más alta de embarazos en adolescentes del mundo, y las niñas afrodescendientes tienen un 50 % más de probabilidades de quedar embarazadas en la adolescencia que sus compañeras no afrodescendientes.
Del mismo modo, las barreras para acceder a la atención médica, junto con la falta de información esencial, hacen que las mujeres afrodescendientes tengan hasta tres veces más probabilidades de morir durante el parto que las mujeres blancas. Pero, ¿qué está provocando esta crisis y qué repercusiones tendrá para el futuro de millones de niñas?
Fuertes desigualdades en la atención médica
La falta de infraestructura en la provincia de Bocas del Toro obliga a muchas mujeres a recorrer largas distancias para recibir atención básica, explicó la Sra. Chiu. Recordó una ocasión en la que, sangrando durante el embarazo, tuvo que viajar más de cuatro horas en transporte público para recibir atención médica.
En toda la región, 20 mujeres mueren cada día por causas relacionadas con el embarazo o el parto. Para las mujeres indígenas y afrodescendientes, el riesgo es hasta tres veces mayor.
Con suma frecuencia, los servicios de salud sexual y reproductiva y los centros para denunciar la violencia de género no solo son físicamente inaccesibles, sino que también resultan inalcanzables debido a la discriminación por motivos de género, etnicidad, raza, ingresos y edad; lo que afecta especialmente a las y los adolescentes afrodescendientes.

La educación es fundamental
A través de su proyecto «No dejar a nadie atrás», apoyado por Irlanda y Luxemburgo, el UNFPA trabaja con comunidades a lo largo de la costa caribeña de Centroamérica para proporcionar información, garantizar el acceso a los servicios de planificación familiar y brindar asesoramiento a las y los jóvenes.
La falta de educación sexual integral y de acceso a anticonceptivos es un gran desafío para las y los jóvenes. «Hay muchos casos de embarazos en adolescentes no planificados y eso es algo que habría que abordar», planteó Rashell Briggitte, una joven de la ciudad de Almirante cuya amiga quedó embarazada a los 16 años.
Explicó que la provincia tiene una alta tasa de infecciones de transmisión sexual, mientras que en las escuelas la educación sexual se limita a las clases básicas de biología. «Debería haber una asignatura en las escuelas para seguir explorando este tema».

El embarazo en adolescentes no solo perjudica el futuro y las oportunidades de las niñas, sino que también representa una sustancial pérdida de ingresos para los propios países, debido a los ingresos más reducidos que perciben las madres jóvenes.
Asegurar la justicia reproductiva exige ofrecer igualdad de oportunidades para las y los afrodescendientes, incluso mediante una educación de calidad. La investigación mostró que las mujeres que tuvieron su primer hijo en la adolescencia tienen menos probabilidades de continuar sus estudios que las que se convirtieron en madres a los 20 años o más. Una mujer que es madre por primera vez siendo adulta tiene tres veces más probabilidades de terminar la universidad y, al ingresar a la fuerza laboral, puede lograr ingresos hasta tres veces mayores que las mujeres que tuvieron su primer hijo en la adolescencia.
«Todos estamos obligados a luchar contra el racismo. Debemos combatirlo con argumentos, de frente, no acobardarnos ante él»
Garantizar la justicia reproductiva
Las tasas más altas de mortalidad materna y embarazo en la adolescencia entre las mujeres y las niñas afrodescendientes confirman que los patrones históricos de discriminación reproductiva basada en la raza continúan y, a menudo, no se cuestionan.
«Todos estamos obligados a luchar contra el racismo. Debemos combatirlo con argumentos, de frente, no acobardarnos ante él», comentó Shirley Campbell, escritora y activista afrodescendiente de Costa Rica. «A veces nos asustamos porque tememos que el sistema nos arrincone, como lo ha hecho durante siglos».
Shirley habló en un evento del UNFPA en Costa Rica para personas jóvenes de comunidades afrodescendientes, creoles, garífunas y miskitas en América Central y el Caribe. La iniciativa abordó el racismo y la discriminación como factores que impulsan el embarazo en la adolescencia y trató de mejorar el acceso a la información, los servicios y las oportunidades que las niñas de estas comunidades necesitan para tomar decisiones informadas sobre sus cuerpos y sus vidas.
«Si caemos presa de la discriminación, nos afecta de muchas maneras: en el trabajo, en los derechos sexuales y reproductivos, en la seguridad y en muchas otras áreas», señaló Lenad Gamboa, de Guatemala, quien asistió a una sesión de capacitación como parte del proyecto del UNFPA.

Empoderar a las comunidades como agentes de cambio
Una de las medidas más importantes para garantizar la justicia reproductiva es escuchar a las propias comunidades afrodescendientes. Eso significa escuchar sus palabras, por supuesto, pero también significa reconocer el valor de sus culturas y reflejar sus comunidades en los datos.
El UNFPA aboga por la inversión en programas de partería y sistemas de salud, la capacitación culturalmente sensible para los proveedores de servicios de salud y mejoras en la recopilación de datos para garantizar que las personas afrodescendientes no solo puedan ejercer sus derechos, sino también impulsar profundas transformaciones en sus comunidades.
«Hemos trabajado con las parteras tradicionales para que integren los conocimientos ancestrales con las prácticas modernas de salud», indicó Patricia DaSilva, asesora sénior de programas del UNFPA.
«Esto incluye apoyar el registro preciso de nacimientos. Suena muy simple, pero cuando vives en una comunidad remota sin acceso a la tecnología, sin acceso a oficinas administrativas, se convierte en un tema muy, muy importante».
Solo tres países de América Latina y el Caribe (Brasil, Colombia y Surinam) recopilan y reportan datos de salud materna desglosados por etnicidad o raza. Con el apoyo del UNFPA, 18 países de América Latina y el Caribe, donde más del 20 % de la población es afrodescendiente, ahora incluyen identificadores étnicos y raciales en los censos nacionales.