Svetlana, de 31 años, cruzó la frontera con sus tres hijos, entre ellos Artiom, de apenas seis meses. Su marido, Sasha, no pudo cruzar con ellos. Svetlana se quedará en la aldea natal de su madre, en Moldova, donde nunca pensó que terminaría, pero alberga esperanzas, ya que la gente es cálida y acogedora, y permanecerá todo el tiempo necesario para vivir en un ambiente de seguridad y paz.
© UNFPA Moldova/Eduard Bîzgu