HEBRÓN, Territorio Palestino Ocupado – Ayat, de 29 años, tiene cuatro hijos y está embarazada. Vive en Deir Al Shams, una comunidad rural en el sur de Hebrón donde no hay servicios de salud cercanos, no hay lugares donde las mujeres puedan reunirse y hay pocas oportunidades para relacionarse.
Explicó que para las mujeres de su comunidad es difícil incluso hacerse un control médico. «Si queremos ver a un médico, tenemos que ir a la ciudad. Para eso necesitas un taxi privado, que cuesta 60 o 70 ILS» (entre 18 y 22 dólares estadounidenses) «así que está muy alejado».
Para Ayat, un nuevo espacio seguro móvil apoyado por el UNFPA, la agencia de las Naciones Unidas para la salud sexual y reproductiva, es la primera oportunidad que ha tenido de tener un acceso regular a apoyo en materia de salud mental. El espacio seguro comenzó su actividad en agosto de 2025 y ofrece servicios como primeros auxilios, asesoramiento, sesiones de sensibilización y programas de empoderamiento dirigidos directamente a comunidades aisladas.
«Es evidente que necesitamos un lugar como este», aseguró. «Aquí las mujeres solo se reúnen en ocasiones especiales. Ahora podemos encontrarnos y estrechar lazos. Vivimos una vida estresante y necesitamos apoyo psicosocial».
La profundización de la crisis en la Ribera Occidental está teniendo efectos devastadores en la vida de las y los palestinos que viven en las zonas ocupadas. El aumento de los desplazamientos, la destrucción de la infraestructura y las profundas restricciones a la circulación están limitando el acceso a servicios esenciales como la educación y la atención de la salud; y todo esto tiene un efecto adicional en el futuro y el bienestar de miles de personas. El costo psicológico es inmenso, ya que casi todas las mujeres y niñas sufren mayor miedo y ansiedad.
De una aldea a toda la zona
Deir Al Shams es una de las zonas más marginadas del sur de la gobernación de Hebrón. Muchas personas enfrentan aislamiento y pobreza y no hay servicios educativos constantes ni espacios seguros permanentes para las mujeres y las niñas.
En toda la Ribera Occidental, más de 230.000 mujeres y niñas tienen acceso limitado o nulo a servicios de salud reproductiva; entre ellas unas 14.800 mujeres embarazadas. En las zonas rurales, las sobrevivientes de violencia de género no solo enfrentan la falta de lugares confidenciales para buscar ayuda y refugio, sino que también deben lidiar con el estigma y el miedo a las represalias.
A través de la Asociación Palestina de Planificación y Protección de la Familia (PFPPA) y de la Asociación Roles for Social Change (ADWAR), y con financiación del Gobierno del Canadá, el UNFPA está ayudando a subsanar esas deficiencias. Además del espacio seguro móvil, también se está estableciendo un espacio seguro fijo en la ciudad de Hebrón que ofrecerá servicios de gestión de casos, asistencia jurídica y salud sexual y reproductiva a las sobrevivientes de violencia de género.

Respuesta a necesidades urgentes
Lama, de 24 años, visitó el espacio seguro con Jouri, su hija de un año. «Jouri tiene una infección de oído y por ahora tengo que esperar a que el médico venga aquí, que suele ser una vez a la semana, para recibir su tratamiento. Espero que el espacio seguro cambie eso».
Ella también valora la seguridad que proporciona el espacio. «Las mujeres necesitan un espacio seguro para hablar y recibir consejos. La ocupación está en todas partes, por todos lados. Estamos atrapadas. Siempre tenemos miedo; por eso necesitamos lugares como este».
Samira, la jefa del Comité de Protección de la Mujer de Deir Al Shams, de 38 años, explicó cómo la iniciativa ya está marcando la diferencia. «El espacio seguro nos da la esperanza de que alguien nos vea, nos escuche y se preocupe. Queremos que alguien nos pregunte: “¿Estás bien?” Este no es solo un espacio seguro, sino un lugar para hablar libremente, reír e incluso llorar juntas sin que nos dé vergüenza; y para sentirnos más fuertes».
Un lugar para sanar y reconstruirse

Para mujeres como Ayat, Lama y Samira, el espacio seguro es más que un edificio sobre ruedas; es un recurso vital para recibir apoyo sin tener que viajar lejos o arriesgarse al estigma.
A través de su asociación con Canadá, el UNFPA también ha establecido un refugio para mujeres en Naplusa, así como espacios seguros en Jenín y Tulkarem, que proporcionan gestión integral de casos, asistencia jurídica y servicios de salud sexual y reproductiva para sobrevivientes de violencia de género.