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Madres en Gambia afirman que la mutilación genital femenina en la infancia sigue siendo habitual

calendar_today21 Agosto 2025

Una adolescente sostiene a su hija recién nacida envuelta en una manta manchada de sangre. La joven tiene una vía intravenosa en la muñeca
Fatou*, de 16 años, sostiene a su hija recién nacida. Fatou sufrió complicaciones durante el parto. © UNFPA Gambia/Gaia Squarci

BASSE, Gambia - Hulay Damba, de 55 años, practicó la mutilación genital femenina a las niñas de su comunidad durante años. Su papel como practicante le fue transmitido por su abuela. «Era lo que me habían enseñado», explicó. 

A pesar de años de constante defensa para acabar con esta práctica en Gambia, las tasas de mutilación genital femenina siguen siendo elevadas, incluso entre las generaciones más jóvenes. Según datos de 2021, casi tres cuartas partes de las niñas de entre 15 y 19 años han sido sometidas a la mutilación genital femenina, aproximadamente la misma proporción que las mujeres de una generación mayor que ellas (de entre 45 y 49 años). 

Las encuestas realizadas a las madres también muestran avances dispares: cuando se preguntó a las mujeres con hijas de 25 años o menos si estas habían sido sometidas a la mutilación genital femenina, el 54 % respondió que no. 

Sin embargo, el 22 % afirmó que sus hijas no solo habían sido sometidas a esta práctica, sino que la habían sufrido antes de cumplir un año.

Cambio de mentalidad

En Gambia, a la mayoría de las niñas que son sometidas a la mutilación genital femenina se les extirpa tejido durante la intervención. A alrededor del 12 % se les cose. Casi todas sufren esta práctica a manos de practicantes tradicionales como la Sra. Damba.

La Sra. Damba solía obtener unos ingresos estacionales seguros realizando esta intervención. «Creía que era honorable», comentó al UNFPA, la agencia de las Naciones Unidas para la salud sexual y reproductiva. 

Todo eso cambió hace unos seis años cuando asistió a una serie de charlas, organizadas por la ONG Tostan con el apoyo de la Agencia Italiana de Cooperación para el Desarrollo (AICS) a través del UNFPA, sobre los daños duraderos asociados a la mutilación genital femenina, cuyas consecuencias pueden incluir hemorragias, infecciones e incluso la muerte.

«Mirando atrás, ojalá hubiera sabido entonces lo que sé ahora», declaró la Sra. Damba.

Hoy en día, ella forma parte de un movimiento comunitario integrado por antiguas practicantes, madres y personas jóvenes que trabajan para poner fin a esta práctica. «Ahora uso mi voz para sensibilizar», afirma, «porque todas las niñas merecen crecer seguras y sanas».

Una mujer con un vestido rojo estampado y un pañuelo en la cabeza mira solemnemente a la cámara
Hulay Damba, de 55 años, solía practicar la mutilación genital femenina en su comunidad en Sabu Sireh, cerca de Basse. La región de Basse tiene las tasas más altas del país en cuanto a esta práctica: el 97 % de las mujeres y niñas de entre 15 y 49 años la han sufrido. © UNFPA Gambia/Gaia Squarci

Consecuencias durante el parto

Fatou* habló con el UNFPA en la tranquilidad de la sala de maternidad del Hospital del Distrito de Basse. Con solo 16 años, acunaba a una niña recién nacida en sus brazos, recuperándose de un parto difícil.

Como tantas otras mujeres, Fatou había sido sometida a la mutilación genital femenina, que se sabe que aumenta significativamente los riesgos durante el parto. El parto de Fatou se vio obstaculizado por tejido cicatricial, lo que supuso una amenaza para su vida y la de su bebé. 

Afortunadamente, una partera pudo intervenir.

El hospital forma parte de una red cada vez mayor de centros de salud que participan en un programa del UNFPA, financiado por el proyecto AICS, con el apoyo adicional de China Aid, que ofrece formación especial para que los profesionales de la salud puedan tratar las consecuencias de la mutilación genital femenina, entre otros servicios vitales de salud sexual y reproductiva.

Se necesitan más medidas

Sin embargo, aún queda mucho por hacer.

El año pasado, los legisladores intentaron, sin éxito, legalizar la mutilación genital femenina, prohibida en Gambia desde 2015. Las niñas, incluidas las bebés, siguen siendo sometidas a esta práctica y sufriendo sus consecuencias.

 An adolescent girl in a black headscarf stands in front of a courtyard door.
Ramata Baldeh, de 18 años, forma parte de una nueva generación de activistas que luchan por acabar con la mutilación genital femenina. Todas sus amigas cercanas la han sufrido, según contó al UNFPA. «Pero mi hermana pequeña no. Tiene siete años». © UNFPA Gambia/Gaia Squarci​

Fatou Baldeh, fundadora de la organización local Women in Liberation and Leadership (Mujeres en la Liberación y el Liderazgo), afirma que no es casualidad que esta práctica la realicen mayoritariamente mujeres de edad. «Las mujeres siguen siendo víctimas y ejecutoras de una tradición profundamente violenta arraigada en la desigualdad de género», declaró. «Estas mujeres no son meras perpetradoras, sino producto de un sistema que enseña desde el nacimiento que el dolor y el sacrificio son intrínsecos a la condición femenina». 

Lo que se necesita, añadió, son esfuerzos para «desmantelar las estructuras que presionan a las mujeres para que realicen este acto».

Ahora, una nueva generación de activistas está asumiendo el reto. Ramata Baldeh, de 18 años, sufrió la mutilación genital femenina a una edad temprana, pero afirma que la práctica se acaba con ella. 

«Si algún día tengo una hija, nunca permitiré que pase por lo mismo», comentó. «Quiero que vaya a la escuela, que sueñe, que elija su propio camino».

* Se ha cambiado el nombre por motivos de privacidad y protección

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