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La falta de derechos y opciones reproductivas socava la vida de toda una generación de personas jóvenes en la República Democrática del Congo
- 07 Julio 2025
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GOMA, República Democrática del Congo – «Quería tener tres hijos», declaró Ombeni Mburano, de 31 años, al UNFPA, la agencia de las Naciones Unidas para la salud sexual y reproductiva. «Ya tengo cinco y pronto tendré el sexto. Nunca tuve otra opción».
Según el informe sobre el Estado de la Población Mundial publicado recientemente por el UNFPA, el 44 % de las mujeres y niñas de todo el mundo no tienen poder de decisión ni autonomía corporal sobre cuestiones como las relaciones sexuales, los métodos anticonceptivos o la atención sanitaria reproductiva. En la República Democrática del Congo, esta cifra alcanza un impactante 69 %.
«En nuestro país, no siempre eres tú quien decide si tener un hijo o no. A veces es tu familia, tu esposo... o simplemente las circunstancias de la vida», explicó Ombeni.
Una encuesta realizada para dicho informe también reveló que alrededor de una de cada tres encuestadas había pasado por un embarazo imprevisto. Estas cifras son especialmente alarmantes en la República Democrática del Congo, uno de los países con la tasa de fecundidad total más alta del mundo. La pobreza, la violencia sexual, el matrimonio infantil, los conflictos y los desplazamientos, así como la falta de acceso a servicios de salud sexual y reproductiva, socavan con demasiada frecuencia la posibilidad de elegir libremente si tener hijos o no o cuándo tenerlos.
En Goma, en un centro de salud apoyado por el UNFPA, la partera Espérance explicó: «Muchas mujeres jóvenes dicen que quieren esperar antes de tener un hijo, pero no tienen los medios para protegerse ni pueden decir que no».
La falta de información y de acceso a los servicios anticonceptivos dificulta la capacidad de las personas para planificar el momento de tener hijos y el tamaño de la familia que desean. Los datos de 2023-2024 muestran que una de cada cinco mujeres del país quiere retrasar o evitar el embarazo pero no puede acceder a los métodos anticonceptivos que necesita. Como resultado de esto, las tasas de natalidad en adolescentes son extremadamente altas: el 11 % de los nacimientos corresponden a madres de entre 15 y 19 años.
Futuros alterados, familias en dificultades
Esther, una joven desplazada de Rutshuru, en la provincia de Kivu del Norte, tiene apenas 18 años y está embarazada de siete meses. Ni ella ni su pareja, Samuel, de 25 años, tenían muchos conocimientos sobre salud sexual y reproductiva o métodos anticonceptivos. Ella quedó embarazada poco después de empezar a salir juntos.
Sin medios de subsistencia, Esther se mudó con la madre de Samuel, Thérèse, pero este no será el primer nieto de Thérèse.
Años atrás, la primera novia de Samuel quedó embarazada, pero él estaba demasiado avergonzado y asustado como para afrontar la situación. Huyó y nunca volvió a saber nada de su novia. Mientras tanto, su hermana también tuvo un bebé, pero el padre también los abandonó.
Gracias a un modesto negocio de verduras, Thérèse, de 62 años, lucha por mantener a su hija y a su nieto, así como a Samuel y Esther. Y hay otro bebé en camino.
Samuel compagina varios trabajos ocasionales, buscando una forma de ganar lo suficiente para sobrevivir cada día. Su situación es muy común: más del 60 % de las personas jóvenes menores de 30 años del país no tienen acceso a un empleo formal estable, según el Banco Mundial. La mayoría trabaja de manera informal, a menudo sin contratos, protección social ni perspectivas de promoción; una situación preocupante para los futuros padres jóvenes.
«Cuando Esther quedó embarazada, yo no tenía casa, ni trabajo, ni planes», declaró Samuel. «Mi madre tuvo que acogerla, igual que había hecho con mi hermana. Me siento atrapado, obligado a asumir una responsabilidad sin estar preparado».
Empoderar a las personas jóvenes para que puedan crear las familias que desean
Invertir en las personas jóvenes, en su bienestar y en su autonomía es fundamental para que puedan crear las familias que desean.
«Tener un hijo debe ser una decisión informada y compartida, nunca una consecuencia sufrida de manera inevitableo», afirmó la Dra. Solange N. Ngane, coordinadora del programa de salud sexual y reproductiva del UNFPA en Goma.
En la parte oriental del país, donde la escalada del conflicto ha provocado desplazamientos masivos y daños importantes en las instalaciones sanitarias, el UNFPA trabaja para mejorar el acceso a la planificación familiar y la atención de la salud reproductiva.
Los equipos móviles de trabajadores sanitarios comunitarios y jóvenes educadores, apoyados por el UNFPA, llegan a las poblaciones desplazadas con suministros anticonceptivos, campañas de información sobre salud sexual y reproductiva y derivaciones a los centros disponibles.
Asimismo, el UNFPA también suministra kits de salud reproductiva a los centros de salud y ha desplegado 148 parteras para garantizar que las mujeres y niñas desplazadas, las personas repatriadas y las comunidades de acogida sigan disponiendo de servicios de salud sexual y reproductiva.
Una de estas instalaciones es el centro de salud de Buhimba, al que acudieron Esther y Samuel recientemente para un control prenatal. Junto con otras parejas, se beneficiaron de una sesión informativa dirigida por una partera y un asistente psicosocial. Estos servicios son gratuitos para las mujeres desplazadas, como Esther.
«Hemos aprendido a reconocer los signos de peligro en las mujeres embarazadas, además de los métodos anticonceptivos que podemos elegir después del parto. No sabía que podíamos ser tan bien recibidas a pesar de no pagar nada. Ahora me siento segura y Samuel también entiende que podemos decidir juntos», declaró Esther.
Apoyar a las personas jóvenes para que puedan elegir su propio futuro
Programas como el del centro de salud de Buhimba se financian con el apoyo de la Unión Europea, Japón, Noruega, Suecia y el Reino Unido.
Sin embargo, las enormes necesidades superan los recursos disponibles: en el primer trimestre de 2025, solo se atendió al 7 % de las personas destinatarias de los servicios de salud sexual y reproductiva previstos en el Plan de Análisis y Respuesta a las Necesidades Humanitarias de la República Democrática del Congo. Esta terrible situación se vio agravada por la retirada del apoyo de los Estados Unidos, lo que provocó que la financiación destinada a la salud sexual y reproductiva en el país se redujera en más de la mitad.
El análisis del UNFPA muestra que esto ha provocado un aumento de los embarazos imprevistos , los abortos en condiciones de riesgo, las infecciones de transmisión sexual y las muertes maternas e infantiles; lo que nos recuerda que, como siempre, las personas más afectadas son las más vulnerables.
«Cuando una niña queda embarazada sin quererlo, su vida suele dar un vuelco», afirmó la Dra. Ngane. «Invertir en las personas jóvenes significa permitirles decidir libremente si quieren ser padres, cuándo y en qué condiciones. Esa es la verdadera justicia reproductiva».