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La falacia de la fecundidad: Cinco cosas que no sabías sobre las tasas de fecundidad mundiales

Acuarela en azul sobre un fondo claro que representa a una pareja de perfil; la mujer situada a la derecha está embarazada
En el informe insignia de este año sobre el Estado de la Población Mundial, el UNFPA realizó una encuesta a unas 14.000 personas en 14 países y descubrió que aproximadamente una de cada cinco afirmaba que no podría tener el número de hijos que deseaba. © Stina Persson
  • 10 Junio 2025

NACIONES UNIDAS, Nueva York – «¿Quieres tener hijos?» Cada día, personas de todo el mundo se hacen esta pregunta a sí mismas y a los demás. Pero esta pregunta también suscita otra: «¿Te sientes capaz de tener hijos?» 

Con más de 8.000 millones de personas en el mundo, es una pregunta que se ha vuelto posiblemente más delicada. Para algunas personas, esta cifra es insostenible, está distribuida de forma desigual y provocará la destrucción del planeta. Otras temen que estemos ante un «colapso de la población» y que las sociedades no puedan sostener su envejecimiento y ralentización demográfica.

Sin embargo, en medio de toda esta ansiedad, pocas personas preguntan a las demás qué es lo que realmente quieren. El informe sobre el Estado de la Población Mundial de este año, titulado «La verdadera crisis de fecundidad: la búsqueda de la autonomía reproductiva en un mundo cambiante», planteó estas y otras preguntas, revelando cinco verdades poco conocidas que se esconden tras los titulares.  

1. 1 de cada 5 personas no tiene el número de hijos que desea. 

Cuando los responsables políticos y los expertos alertan sobre las tasas de fecundidad, suelen dar por sentado que si las personas tienen hijos es porque pueden y quieren, y si no los tienen es porque no pueden o no quieren. 

Sin embargo, en su informe insignia de este año, el UNFPA realizó una encuesta a unas 14.000 personas en 14 países y descubrió que aproximadamente una de cada cinco afirmaba que no podría tener el número de hijos que desearía. La mayoría espera tener menos hijos, o ninguno, mientras que algunas personas afirman que probablemente tendrán más de los que desean.

Una mujer sentada frente a una mesa con tres niños
En la República de Moldova, algunos programas ayudan a las familias a conciliar mejor el cuidado de los hijos y el trabajo. © UNFPA Moldova/Artur Lupu

2. La mayoría de las personas desean tener hijos, pero muchas se ven excluidas de la maternidad o paternidad.

La mayor parte de la culpa del envejecimiento y la ralentización de la población se atribuye a las mujeres y a las personas jóvenes. En todo el mundo, los titulares los señalan por «renunciar» al matrimonio y a la crianza de hijos o afirman que las personas jóvenes «no deciden dar el paso». Sin embargo, la encuesta muestra que la mayoría de las personas sí quieren tener dos o más hijos, pero temen no poder hacerlo realidad. Más de la mitad de las personas encuestadas afirmó que las preocupaciones financieras, incluidos los costos de la vivienda, el cuidado de los hijos y la inseguridad laboral, probablemente les llevarían a tener menos hijos. 

La ansiedad económica es también una de las principales razones por las que los líderes nacionales piden que se tengan más hijos: quieren aumentar las tasas de fecundidad para, en parte, garantizar que los futuros trabajadores puedan sostener sus economías. ¿Cómo conciliar ambas cosas? Incorporar a más mujeres en la fuerza de trabajo remunerada sería, de hecho, una de las formas más eficaces de abordar la escasez de mano de obra.

Resulta que la disminución de las tasas de fecundidad y la ralentización de las economías comparten al menos un factor determinante: la desigualdad de género. La falta de lugares de trabajo que promuevan la igualdad de género y sean favorables a la familia es una de las razones más importantes por las que las mujeres no se incorporan a la fuerza de trabajo. También es la causa de que las personas tengan menos hijos de los que desearían ya que las mujeres soportan una mayor carga en el cuidado de los hijos y las tareas domésticas; lo que se sabe que contribuye a reducir la fecundidad.

Cuando las mujeres no se ven obligadas a elegir entre la maternidad y su carrera profesional, tienen más posibilidades de tener el número de hijos que desean. Anastasia Aslan, de la República de Moldova, explicó: «Cuando nos planteamos tener [otro] hijo, pensamos en si podríamos mantenernos durante mi licencia por maternidad y en cómo compaginar las tareas domésticas con el trabajo». Para ella, las condiciones de trabajo flexibles facilitaron la decisión. «Espero que más empresas fomenten este tipo de políticas, apoyando a las madres para que planifiquen su futuro y sus familias con confianza».

3.  Muchas personas se sienten presionadas para tener hijos que no desean o para los que no están preparadas.

El problema no es solo que las personas tengan menos hijos de los que desean. Demasiadas personas no pueden evitar embarazos no intencionales o para los que no están preparadas.

Esta falta de libertad reproductiva se manifiesta de varias formas, todas ellas alarmantes: una de cada tres personas encuestadas afirmó que ella o su pareja habían tenido un embarazo no intencional. Casi una de cada cinco personas declaró que había sido presionada para tener hijos cuando no quería. Una cuarta parte de los hombres y un tercio de las mujeres afirmaron que se habían sentido incapaces de negarse a mantener relaciones sexuales.

Acuarela de una mujer vestida de morado sobre un fondo amarillo y rojo
El problema no es solo que las personas tengan menos hijos de los que desean. Demasiadas personas no pueden evitar embarazos no intencionales o para los que no están preparadas. © Marianna Gefen 

En Nigeria, donde las mujeres tienen una media de cinco hijos, más de una de cada diez personas declaró que esperaba tener más hijos de los que deseaba. La presión social y la falta de servicios sanitarios, especialmente de planificación familiar, son factores clave. En el Hospital General de Kuje, en Abuja, la profesional sanitaria Talatu Yakubu afirmó que estos servicios están cada vez más disponibles en todo el país pero que muchas mujeres siguen sin acceder a ellos, ya sea por falta de información clara o porque sus parejas se lo prohíben.

«Hay muchos conceptos erróneos. Algunas mujeres creen que el uso de un anticonceptivo inyectable de tres meses provoca infecundidad permanente. Otras dicen que no deben empezar a utilizar métodos de planificación familiar hasta que hayan tenido tres o cuatro hijos».

Además de información precisa y atención sanitaria cualificada, la Sra. Yakubu dejó claro que los hombres deben formar parte de la solución. «Deben empezar a acudir con sus esposas a las sesiones de asesoramiento. La información es poder, y lo que se sabe se puede poner en práctica rápidamente». 

4. La mayoría de las políticas de fecundidad no funcionan; algunas incluso tienen el efecto contrario.

 Imagen ligeramente borrosa de un hombre con camisa blanca bajando una colina frente a una casa amarilla seguido por una docena de personas jóvenes
En la República Dominicana, programas como Casa Clave y Unidad de Atención Primaria ayudan a las y los adolescentes a evitar embarazos. © Óscar González/UNFPA República Dominicana. 

Incluso en países con poblaciones estables o en crecimiento, los responsables políticos están preocupados por la disminución de las cifras. Muchos están probando incentivos como las «bonificaciones por nacimiento», que consisten en pagos únicos en efectivo cuando nace un bebé, o medidas a corto plazo para reducir los costos de la vivienda o el cuidado de los hijos. La mayoría de estas medidas son ineficaces y ofrecen un apoyo escaso.

En los peores casos, algunas políticas están revirtiendo logros conseguidos con mucho esfuerzo en materia de salud y derechos reproductivos, como la restricción de la educación sexual integral en las escuelas, la limitación del acceso a los anticonceptivos y la criminalización del aborto. Este tipo de medidas pueden incluso ser contraproducentes: por ejemplo, la prohibición del aborto está relacionada con un aumento del número de abortos en condiciones de riesgo; lo que aumenta la mortalidad materna y contribuye a la infecundidad secundaria.

De hecho, la historia demuestra que los esfuerzos por controlar las tasas de fecundidad pueden conducir, y de hecho conducen, a la coacción y a la violación de los derechos humanos, y que las personas suelen tomar medidas para reafirmar su autonomía reproductiva. Limitar las opciones y las oportunidades también conlleva el riesgo de que las personas jóvenes se vuelvan más pesimistas sobre el futuro y menos propensas a tener hijos. Las investigaciones demuestran que las políticas que se perciben como un menoscabo de los derechos reproductivos pueden hacer que las personas estén menos dispuestas a tener hijos.

En última instancia, intentar que las personas tengan más hijos no funciona. Entonces, ¿qué funciona?

5.  Las personas necesitan seguridad, igualdad… y esperanza.

 Acuarela artística de dos rostros de perfil muy juntos en tonos rojos, naranjas y amarillos sobre un fondo azul oscuro
Las personas necesitan esperanza para su propio futuro y para el futuro de los hijos que desean tener. © Graham Dean 

Hay un hecho que ha quedado muy claro: muy pocas personas tienen plena autonomía reproductiva.

Casi una cuarta parte de las personas encuestadas había deseado tener un hijo en algún momento pero no pudo. Las razones financieras eran un problema importante, pero para muchas personas también había motivos relacionados con la salud, como enfermedades crónicas, dificultades para acceder a los servicios sanitarios o infecundidad. Las preocupaciones sobre el futuro también pesaban mucho: alrededor del 20% afirmó que la situación mundial, incluidas las guerras, las pandemias, la política y el cambio climático,  probablemente les llevaría a tener menos hijos de los que deseaban.

Los titulares que siembran el terror sobre el «reloj biológico» y el «colapso de la población» no hacen más que reforzar estos miedos. En cambio, los países deberían ampliar las libertades reproductivas y apoyar políticas inclusivas que empoderen y mejoren el bienestar de todas las personas.

Eso significa mejorar el acceso a los servicios de salud reproductiva para todas las personas, especialmente para aquellas que actualmente se quedan atrás: personas con discapacidad, minorías étnicas, migrantes y muchas más. Significa apoyar a las mujeres que quieren incorporarse o permanecer en la fuerza de trabajo sin sacrificar su posibilidad de ser madres. Significa acabar con los estigmas y las políticas laborales que disuaden a los hombres de asumir su parte en el cuidado de los hijos. 

También puede significar ampliar el apoyo a las familias, incluidos los servicios de fecundidad y adopción, a personas que con demasiada frecuencia quedan excluidas: los miembros de la comunidad LGBTQIA+, las personas solteras y las mujeres que antes se consideraban «demasiado mayores» para ser madres adecuadas. También significa respetar a las personas que no quieren tener hijos; una opción válida y legítima que debe protegerse igualmente del estigma y la presión. 

Y, por último, las personas necesitan esperanza. Necesitan esperanza para su propio futuro y esperanza para el futuro de los hijos que desean tener. Para ello, los responsables políticos deben escuchar lo que la gente necesita.

«Un gran número de personas no pueden crear las familias que desean», afirmó la Dra. Natalia Kanem, Directora Ejecutiva del UNFPA. «El problema es la falta de opciones, no la falta de deseo, lo que tiene importantes consecuencias para las personas y las sociedades. Esa es la verdadera crisis de fecundidad, y la respuesta reside en responder a lo que las personas afirman necesitar: licencias familiares remuneradas, una atención a la fecundidad asequible y parejas que les apoyen».

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