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Las cicatrices de la violencia de género son profundas en Sudán del Sur, pero también lo es la voluntad de sanar

calendar_today06 Agosto 2025

Una mujer sentada en un patio acude a un programa apoyado por el UNFPA en Sudán del Sur
Una mujer en un espacio seguro apoyado por el UNFPA en Renk, Sudán del Sur. © UNFPA Sudán del Sur/Maureen Twahirwa

REGIÓN DE BAHR EL GHAZAL, Sudán del Sur – Enclavado entre árboles de mango en un complejo en Wau, una ciudad en la región occidental de Bahr el Ghazal, en Sudán del Sur, se encuentra un refugio tranquilo. En la tierra reseca hay juguetes coloridos dispersos por todas partes. Unos columpios se balancean suavemente en la brisa, pero en lugar de señales de la infancia, son signos de su interrupción. 

Este refugio es una vivienda segura donde las mujeres y niñas que han sobrevivido a la violencia de género pueden buscar ayuda temporal. 

«Me golpearon y me dejaron morir», aseguró Fatuma*, una niña casada que buscó seguridad en el refugio después de que su esposo abusara de ella sin piedad. 

Fatuma fue casada cuando era apenas una niña. En su comunidad, y en muchas otras en Sudán del Sur, las niñas son tratadas como propiedad, valoradas por los ingresos que aportan durante las negociaciones matrimoniales.

Esta práctica influyó directamente en la negativa de su familia a intervenir. Después de haber aceptado una elevada suma de dinero (conocida como el «precio de la novia») a cambio de la mano de Fatuma, consideraban que los abusos debían ser tolerados.

«La familia de mi pareja siempre me recordaba las vacas que le dieron a mi familia. Ese era el precio de mi silencio», declaró al UNFPA, la agencia de las Naciones Unidas para la salud sexual y reproductiva.

Columpios de colores y otros equipos de recreo en un patio amurallado.
Un patio de recreo en un espacio seguro apoyado por el UNFPA. © UNFPA Sudán del Sur/Maureen Twahirwa

El costo de la inacción

En Sudán del Sur, las mujeres y las niñas enfrentan múltiples peligros:conflictos prolongados, robos de ganado, desplazamientos debidos a las perturbaciones climáticas y tradiciones patriarcales nocivas. A causa del desplazamiento generalizado, las mujeres y las niñas están más expuestas a la violación, la explotación, los embarazos mientras son menores de edad y los abusos. 

Sin embargo, quedarse en casa con sus familias tampoco es garantía de protección, como muestra la historia de Fatuma, y el suyo está lejos de ser un incidente aislado. 

El matrimonio infantil sigue siendo muy extendido: más de la mitad de las mujeres de 20 a 24 años se casaron cuando aún eran niñas, a menudo dando lugar a embarazos precoces y no intencionales, complicaciones potencialmente mortales durante el parto y la pérdida de la educación y de oportunidades futuras de las niñas.

Esas prácticas contribuyen a actitudes y comportamientos que devalúan enormemente a las niñas y normalizan la violencia contra ellas.

En el mismo refugio, una niña de seis años se recupera tras sufrir un acto de crueldad inimaginable. Según explicó el gerente del refugio, su madrastra la quemó hasta casi provocarle la muerte y la dejó sola para que muriera. Por fortuna fue rescatada justo a tiempo. 

Un llamado para que no se apague la luz sobre las mujeres y las niñas 

Con el apoyo del UNFPA y el Gobierno de Suiza, el refugio de Wau es uno de los pocos lugares del país que ofrece seguridad, atención médica, apoyo psicosocial y la oportunidad de comenzar de nuevo. Las sobrevivientes reciben acceso gratuito y voluntario a servicios de salud críticos, rodeadas de terapeutas, enfermeras, trabajadores sociales y, quizás lo más importante, de una comunidad que las escucha y cree en ellas.

A medida que disminuye la financiación de los servicios de protección contra la violencia de género en todo el mundo, las necesidades no hacen más que aumentar. Ahora más que nunca, la salud, los derechos y los medios de subsistencia de mujeres y niñas como Fatuma deben ser priorizados para que puedan desarrollar todo su potencial y ayudar a reconstruir sus comunidades.

Mientras no haya paz y seguridad en Sudán del Sur y las mujeres y las niñas puedan vivir sin miedo, estos refugios deben permanecer abiertos, junto con otros programas que proporcionan atención sanitaria sexual y reproductiva, protección contra la violencia y programas de empoderamiento, como el programa 2gether4SRHR, apoyado por el UNFPA y sus asociados.

Sin embargo, la escasez mundial de fondos humanitarios amenaza estos y muchos otros programas críticos. El UNFPA pide concienciación, apoyo y fondos para las crisis más olvidadas del mundo, incluida la de Sudán del Sur. 

* Se han cambiado los nombres por motivos de privacidad y protección

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