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«Tan extendida como las armas y las balas»: la violencia sexual utilizada para aterrorizar a las mujeres y niñas de Sudán
- 19 Junio 2025
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ESTADO DE GEDAREF, Sudán – «Todas las mujeres y niñas aquí corren peligro, independientemente de su edad o procedencia. Nadie está a salvo», afirmó Khadija*, partera en una clínica de maternidad del estado de Gedaref, al este de Sudán.
«La violencia sexual se ha convertido en una amenaza tan extendida como las armas y las balas. Las mujeres llegan a nuestros centros agotadas, traumatizadas y, a menudo, tras meses de desplazamientos», explicó al UNFPA, la agencia de las Naciones Unidas para la salud sexual y reproductiva, que presta apoyo a la clínica. «Traen consigo heridas físicas y emocionales que son difíciles de comprender».
Ya en su tercer año, la guerra en Sudán ha desatado un ataque implacable contra los cuerpos y los derechos de las mujeres y las niñas. En todas las zonas afectadas por el conflicto, la violencia sexual se utiliza como arma de guerra, una táctica específica para infundir terror, forzar el desplazamiento y ejercer control. Más de 12 millones de personas, una cuarta parte de la población, corren el riesgo de sufrir violencia de género y los equipos de primera línea y las sobrevivientes denuncian índices alarmantes de violaciones, abusos, coacción y matrimonios infantiles.
«La magnitud y la brutalidad de las violaciones superan todo lo que habíamos visto hasta ahora», explicó Dina*, especialista en violencia de género en Sudán. «Hemos documentado numerosos casos de mujeres y niñas que han sobrevivido a violaciones y violencia sexual, entre ellas adolescentes y mujeres y niñas con discapacidad. Muchas se ven obligadas a lidiar con embarazos no intencionales, infecciones de transmisión sexual y profundos traumas psicológicos».
Incluso en estos niveles, la violencia sexual a menudo no se denuncia, principalmente por miedo, vergüenza, servicios inadecuados y pocas posibilidades de enjuiciar a los perpetradores.
«Tardaremos décadas en recuperarnos de esto», añadió Dina. «Sin embargo, las sobrevivientes con las que trabajamos siguen luchando por sobrevivir, por alzar la voz y por acceder a la justicia».
Trauma generacional
A este trauma se suman los drásticos recortes en la financiación que han provocado el cierre de servicios vitales en todo Sudán. El UNFPA presta actualmente apoyo a 63 espacios seguros que ofrecen refugio, apoyo psicosocial y derivaciones para que las sobrevivientes de violencia de género reciban atención médica; sin embargo, muchos de ellos se han visto obligados a cerrar en los últimos meses. En todo el país, solo alrededor de uno de cada cuatro centros que ofrecen manejo clínico de violaciones están plenamente operativos.
Los informes más recientes indican que los graves riesgos para la salud materna entre las sobrevivientes de violaciones podrían estar aumentando. Las mujeres y las niñas, desplazadas repetidamente, emprenden peligrosos viajes a través de zonas devastadas por la guerra, con escaso acceso a apoyo o servicios de salud sexual y reproductiva, en algunos casos durante meses. Cuando llegan a un centro de salud, muchas sobrevivientes se encuentran en etapas avanzadas del embarazo o luchan contra infecciones graves sin tratar y traumas psicológicos profundos.
«La violencia que estamos presenciando ahora tendrá repercusiones durante generaciones», afirmó Dina. «Los niños nacidos de estas agresiones, las madres obligadas a soportar embarazos no intencionales, las sobrevivientes estigmatizadas y marginadas por sus comunidades... Todo este trauma tendrá un profundo impacto en el tejido de la sociedad sudanesa mucho después de que las armas callen».
El acceso a la atención sanitaria y al apoyo en materia de salud mental es solo una parte de la lucha de las sobrevivientes. Los asociados del UNFPA informan de que el estigma y el miedo a las represalias, incluido el asesinato de las sobrevivientes por parte de sus familiares, impiden que las mujeres y las niñas busquen ayuda.
La disminución de los fondos y la esperanza
El UNFPA y sus asociados siguen prestando servicios de salud reproductiva y protección, pero los recientes recortes de financiación han obligado al UNFPA a retirarse de más de la mitad de los 93 centros de salud a los que prestaba apoyo. Dado que su llamado humanitario para 2025 solo cuenta con una cuarta parte de la financiación necesaria, muchos espacios seguros y programas de apoyo a las mujeres y niñas en las situaciones más peligrosas tendrán que cerrar.
«En este momento, parece que la guerra se está librando sobre los cuerpos de las mujeres y las niñas», declaró Huda*, una sobreviviente de violencia sexual que buscó atención en un centro apoyado por el UNFPA. «Lo que nos está sucediendo va más allá de lo que la mayoría de la gente puede imaginar. Muchas de nosotras hemos perdido la esperanza en el futuro».
La Directora Ejecutiva del UNFPA, la Dra. Natalia Kanem, afirmó: «Es hora de trabajar juntos, con la urgencia necesaria, para que la eliminación de la violencia sexual en los conflictos no sea una cuestión secundaria, sino el primer paso hacia un mundo en paz; un mundo seguro, justo e igualitario para las mujeres y niñas… y para todas las personas».
El UNFPA solicita más recursos y atención para algunas de las crisis con menos apoyo del mundo, incluida la de Sudán. Es fundamental no dejar que se apaguen las luces para millones de mujeres y niñas, financiando plenamente los servicios centrados en las sobrevivientes para romper el ciclo, sanar las cicatrices de la salud sexual y reproductiva y crear espacios seguros para la recuperación y la denuncia de estos delitos.
* Se han cambiado los nombres por motivos de privacidad y protección