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La igualdad de género como ruta hacia el empoderamiento de las mujeres refugiadas y las sobrevivientes de violencia sexual en Bosnia y Herzegovina
- 02 Julio 2025
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TUZLA, Bosnia y Herzegovina – Jasna* tenía apenas 19 años cuando estalló la guerra en su país natal, Bosnia y Herzegovina, en 1992. Temiendo por su vida, se escondió en el sótano de la casa de un vecino, cerca de la ciudad de Zvornik, junto con su hija de dos años, sus dos hermanas y sus suegros.
Pero la familia fue pronto descubierta y llevada por la fuerza a un campamento de detención cercano, en Karaka. Allí fue sometida a abusos constantes, incluida una violencia sexual brutal.
En los conflictos en todo el mundo, la violencia sexual (incluidas las violaciones, los abusos, la coerción y la trata) se usa cada vez con mayor frecuencia como arma para aterrorizar a las mujeres y las niñas, lo que a menudo provoca traumas físicos y psicológicos devastadores.
Se calcula que 20.000 mujeres y hombres fueron víctimas de violación o abuso durante el conflicto ocurrido entre1992 y 1995 en Bosnia y Herzegovina; aunque dado el temor a denunciar y otros estigmas que impiden que muchas personas denuncien esos delitos, se cree que las cifras reales son mucho mayores.
Después de diez días, Jasna y su familia fueron liberados y escaparon a pie por las montañas hacia Croacia. Su esposo estaba trabajando allí, por lo que ella y su hija se reunieron con él antes de solicitar asilo en Alemania. Tras el fin de la guerra, la familia regresó a su tierra natal, a vivir en un granero cerca de la ciudad de Tuzla. Sin embargo, ante la grave pobreza, el desempleo y las dificultades, el esposo de Jasna se volvió cada vez más irascible y pronto se tornó violento.
«El poder de las mujeres»
Según una encuesta de 2019, casi la mitad de las mujeres de Bosnia y Herzegovina afirman haber sufrido algún tipo de abuso, incluida la violencia de pareja, el hostigamiento y el acoso sexual, desde los 15 años.
Mientras Jasna luchaba contra las consecuencias mentales y físicas de su trauma pasado y presente, durante una visita a un centro de salud materna apoyado por el UNFPA, fue derivada a Snaga Žene, una ONG que presta asistencia psicológica, social, médica, educativa y jurídica a mujeres refugiadas y sobrevivientes de violencia sexual relacionada con los conflictos en Bosnia y Herzegovina.
Snaga Žene significa «El poder de las mujeres», y Jasna, que ahora tiene 52 años, recuerda el momento en que entró a la organización como si fuera una encrucijada entre la supervivencia y el empoderamiento.
El centro le dio acceso a un invernadero para plantar verduras donde cultivaba pimientos, tomates, pepinos y berenjenas. Al trabajar con sus manos y conectar con la naturaleza, Jasna encontró una fuente de consuelo y sanación. Pronto comenzó a vender sus cosechas y a ahorrar suficiente dinero para construir una casa para su familia y comenzar un nuevo capítulo en su vida. La independencia económica también tuvo un efecto transformador en su matrimonio: a medida que se volvió más autosuficiente, el abuso cesó gradualmente.
Trabajando en favor de sociedades con igualdad de género
En Bosnia y Herzegovina, los datos del UNFPA muestran que aproximadamente la mitad de las mujeres en edad de trabajar están excluidas del mercado laboral y carecen de ingresos para mantenerse a sí mismas o mantener a sus familias. Más de 500.000 mujeres desempleadas necesitan apoyo crítico y formación para ganarse la vida y cuidar a sus hijos.
Además de verduras, Emina cultivaba hierbas medicinales para un proyecto de terapia ocupacional. Estas hierbas se secan y se utilizan para hacer té, por lo que proporcionan otra fuente de ingresos para Emina y su comunidad.
«Aprendemos sobre cada planta que cultivamos. Sabemos sus usos y cómo protegerlas», explicó Jasna. «No se trata solo del dinero, se trata del conocimiento y el sentido de propósito que nos aporta».
Fomentar el apoyo emocional
Este empoderamiento económico ha tenido beneficios de gran alcance para Jasna y las demás mujeres de su comunidad. Ahora se apoyan mutuamente a través de la psicoterapia y el trabajo en grupo y muchas mujeres que han sufrido traumas similares, incluido el abuso sexual, han recibido invernaderos propios para reconstruir sus vidas y su resiliencia.
La hija de Jasna también trabaja junto a ella, formando parte de una comunidad de sobrevivientes de segunda generación que ahora cuentan con las herramientas y recursos que necesitan para sanar y prosperar.
En su intervención en el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia Sexual en los Conflictos, la Directora Ejecutiva del UNFPA, la Dra. Natalia Kanem, declaró: «El trauma físico y psicológico daña las vidas de las sobrevivientes y se extiende a familias y comunidades enteras, con repercusiones que se prolongan durante generaciones. La violencia sexual no es un daño colateral inevitable de los conflictos; es una violación atroz de los derechos de las mujeres y de su autonomía corporal».
La resiliencia demográfica y la sostenibilidad económica
Aumentar el acceso a las oportunidades y apoyar la independencia de las mujeres crea familias más fuertes y fomenta un futuro más sostenible para sociedades enteras. A modo de ejemplo, una mayor igualdad de género dentro de la fuerza laboral no solo impulsa la sostenibilidad económica nacional, sino que se ha demostrado que ayuda tanto a los hombres como a las mujeres jóvenes a hacer realidad sus aspiraciones de pareja y familia.
Jasna y su esposo ahora comparten un matrimonio feliz, muy lejos de los años de tormento físico y emocional que una vez soportó. «Casi no puedo esperar a levantarme por la mañana e ir al invernadero para ver cómo crecen mis plantas», admitió al UNFPA. «Me da paz. Me siento viva otra vez».
*Se han cambiado los nombres por motivos de privacidad y protección