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“El dolor y la pérdida eran abrumadores”: A medida que aumenta la violencia de género en Gaza, los trabajadores sociales describen condiciones angustiosas
- 15 Julio 2025
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FRANJA DE GAZA, Territorio Palestino Ocupado – “Se ha registrado un fuerte aumento en el número de sobrevivientes que buscan ayuda”, afirmó Suhair, que trabaja en un espacio seguro para mujeres y niñas en la gobernación de Deir El-Balah, en el centro de Gaza.
“Estamos trabajando en condiciones extremadamente difíciles, incluso incursiones repetidas. No hay suficientes espacios seguros para las mujeres y sus hijos”, explicó al UNFPA, la agencia de las Naciones Unidas que tiene a su cargo las cuestiones de salud sexual y reproductiva.
Los repetidos desplazamientos forzados, las restricciones a la circulación y la falta prolongada de combustible y electricidad también han dificultado la prestación de ayuda a los más expuestos. “Estamos proporcionando servicios por teléfono, porque las sobrevivientes no pueden llegar a espacios seguros”, agregó Suhair.
Riesgos para la salud mental y física
Los espacios seguros ofrecen no solo refugio, sino apoyo psicológico y mecanismos de afrontamiento para ayudar a manejar una creciente crisis de salud mental.
“Las mujeres han sufrido inmensas pérdidas, incluidas la muerte o el encarcelamiento de familiares”, admitió Ibtisam, de 58 años, al UNFPA. “Buscar agua, vivir sin privacidad y estar constantemente preocupados; es agotador”.
Con más de 714.000 personas, un tercio de la población de Gaza, obligadas a mudarse una vez más en los últimos tres meses, las familias están siendo separadas y las estructuras de apoyo locales de las que dependieron una vez se han derrumbado. Las mujeres y las niñas en particular describen sentir miedo en la calle, en los puntos de entrega de ayuda y en refugios superpoblados e improvisados que carecen de privacidad, saneamiento o medidas básicas de seguridad.
“El desplazamiento repetido ha creado una profunda inestabilidad e inseguridad, ya que los ataques aéreos nunca se detienen”, relató Amal, de 36 años, administradora de casos del Centro de Asuntos de la Mujer, apoyado por el UNFPA, en el campamento de refugiados de Bureij. Madre de tres hijos, Amal ha sido desplazada cuatro veces y perdió diez miembros de su familia cuando bombardearon su casa.
“El dolor y la pérdida fueron abrumadores, pero seguí trabajando, brindando apoyo psicológico a las mujeres para aliviar su sufrimiento. Como mujer trabajadora, enfrento la carga adicional de tratar de equilibrar las necesidades de mi familia con mis responsabilidades fuera del hogar, algo que se ha vuelto cada vez más difícil bajo el peso de la guerra”.
Llegar a los más vulnerables
Después de cuatro meses del bloqueo israelí de la asistencia humanitaria a Gaza, casi todos los lugares de desplazamiento informan de personas que duermen al aire libre, sin medios de protección. Los trabajadores del espacio seguro escucharon muchos testimonios dolorosos, pero estos relatos siguen siendo significativamente infrarreportados, principalmente debido al estigma, el miedo a las represalias y la falta de información sobre los servicios disponibles. Con el colapso de los sistemas de salud, de protección social y de justicia, muchas sobrevivientes no pueden denunciar el abuso o buscar atención, lo que agrava su trauma y perpetúa la impunidad de los abusadores.
Asmaa, de 38 años, trabaja en un espacio seguro apoyado por el UNFPA en el norte de Gaza. “Uno de los aspectos más importantes de mi trabajo es conseguir que las personas con discapacidad obtengan acceso a servicios de salud y otros servicios”, dijo.
Con la movilidad severamente restringida, fallan las redes de telecomunicaciones y aumentan los riesgos de seguridad, las sobrevivientes con discapacidad –que ya enfrentan mayores barreras para acceder al apoyo– están ahora aún más aisladas y son aún más invisibles en un sistema de protección que se derrumba.
“A pesar de todas las dificultades, sigo apoyando a las mujeres y niñas maltratadas”, aclaró Asmaa, quien se ha visto obligada a mudarse diez veces desde que comenzó la guerra. “Siento un profundo sentido de empatía por cada caso que apoyo. Entiendo plenamente el dolor de la necesidad, el hambre y el desplazamiento repetido”.
Resiliencia en medio de una catástrofe
Debido a las constantes interrupciones de las hostilidades y las órdenes de evacuación, muchos proveedores han perdido equipo y archivos esenciales, lo que significa que deben restablecer los servicios desde cero, a menudo en circunstancias imposibles.
Algunos han pasado al apoyo remoto, pero la falta de combustible también ha provocado apagones generalizados de telecomunicaciones, cortando las líneas directas para las sobrevivientes e incluso haciendo inviable la gestión remota de casos.
Como la escasez de combustible limita la infraestructura crítica, la ONU ha advertido que podría haber un colapso total de las operaciones humanitarias, y se espera que alrededor del 80 % de las instalaciones de salud que brindan atención vital se queden sin combustible en los próximos días.
Desde que se impuso el bloqueo, el 7 de marzo, no ha entrado en Gaza suministro alguno del UNFPA; los equipos de higiene menstrual y otros equipos del organismo están agotados. Se han cerrado tres espacios seguros apoyados por el UNFPA, y los 14 restantes funcionan a una capacidad muy limitada.
Salma, de 38 años, madre de cuatro hijos y administradora de casos en Khan Younis, agregó: “Sentimos las necesidades urgentes de las mujeres y reconocemos la importancia de apoyarlas. Un pequeño esfuerzo puede marcar una gran diferencia en sus vidas”.