Conoce a Catherine, Kambiré y Dah, tres mujeres de Côte d'Ivoire que colectivamente vivieron con una devastadora lesión durante más de 40 años.
La fístula obstétrica cambió todo: su salud, su confianza, su futuro.
Con el apoyo del UNFPA, el organismo de las Naciones Unidas que tiene a su cargo los asuntos de salud sexual y reproductiva, no solo han recuperado la salud, sino que han recuperado sus vidas, superando el estigma, reconstruyendo su autoestima y centrándose en sus objetivos profesionales y familiares.
A continuación su viaje del dolor al empoderamiento.
A Catherine le encanta la moda,
pero después del nacimiento de su segunda hija, hace tres años, se vio impedida de seguir su pasión después de un parto complicado.
“Desarrollé una fístula obstétrica durante el parto de mi segunda hija”, relata. “Después, mi esposo notó que yo goteaba orina. Y me sentía avergonzada, pero él me apoyó”. Una fístula es un agujero entre el conducto genital y el conducto urinario o el recto causado por una labor de parto prolongada y obstruida sin atención médica de calidad que a menudo da lugar a problemas de salud crónicos.
Además del apoyo de su esposo, Catherine recibió ayuda del UNFPA, lo que le permitió acceder a cirugía de reparación, además de invertir en su negocio, lo que le permitió volver a ser la mujer que era antes.
“Estoy contenta ahora que estoy sana. Puedo dirigir mi negocio y pasar tiempo con mis amigas”
Kambiré, una talentosa alfarera de la ciudad de Bouna, pasó gran parte de su vida sufriendo en silencio.
“Después de un parto en casa, viví con fístula obstétrica durante 23 años”, dice, señalando que durante ese difícil periodo, “incluso tuve otro hijo”.
La duración de su dolor habla de su notable fuerza, pero es una carga que nadie debería tener que soportar. La fístula obstétrica es totalmente prevenible. Sin embargo, su experiencia refleja una realidad más amplia: a nivel mundial, al menos 500.000 mujeres y niñas viven con la lesión.
Mientras Kambiré criaba a su familia, trató de evitar socializar lo más posible. “Prefería aislarme a causa de la fístula”, cuenta. “No podía sentarme por mucho tiempo por miedo a mojarme”.
No sabía que la afección era tratable, hasta que oyó un segmento de radio sobre fístula un día. Se dirigió a un hospital apoyado por el UNFPA, donde se sometió a una cirugía que le cambió la vida al reparar la lesión.
“Tenía 14 años cuando me casé y quedé embarazada”, relata Dah, de 32 años, nativa de Bouna. “Mi padre no aprobó el matrimonio, así que hui de mi pueblo y me fui a Ghana con mi esposo”.
En retrospectiva, dice, la “ignorancia” fue la raíz de sus acciones. Al crecer en una comunidad donde la educación no era priorizada para las niñas, Dah no iba a la escuela y no era capaz de imaginarse un futuro de oportunidades profesionales. No era consciente de los riesgos asociados con el matrimonio infantil o el embarazo precoz, ni del impacto que esto podría tener en la trayectoria de su vida.
Y por eso, mientras todavía era ella misma una niña, entró en labor de parto. Después de cinco días de intentar dar a luz en casa, la llevaron al hospital. Allí, dice, “los médicos me dijeron que el niño había muerto en mi vientre hacía mucho tiempo”.
El intento de parto prolongado causó una fístula. A lo largo de los años, Dah se sometió a ocho procedimientos infructuosos para tratar de reparar la lesión, antes de que una cirugía finalmente tuviera éxito en 2022, en un hospital apoyado por el UNFPA.
Ahora, con una nueva perspectiva de la vida, Dah espera comenzar una familia. “Mis futuros hijos irán a la escuela”, asegura. “Además, rechazaré el matrimonio para mis hijas antes de los 18 años”.
El medio millón de mujeres y niñas que viven con fístula en todo el mundo sufren principalmente en silencio, sin apoyo.
A pesar de que esta afección es totalmente prevenible y tratable, las persistentes desigualdades sociales y económicas y la inadecuada atención de la salud sexual y reproductiva siguen impulsando los casos de fístula al limitar el acceso a la atención vital, especialmente en las comunidades marginadas.
Sin duda, se han conseguido progresos. En Côte d'Ivoire, una iniciativa conjunta dirigida por el UNFPA y el Ministerio de Salud, respaldada por 16 millones de dólares del Organismo de Cooperación Internacional de Corea (KOICA), ha proporcionado tratamiento gratuito a más de 4.400 mujeres desde 2007, además de capacitar a especialistas, mejorar hospitales y ayudar a miles de mujeres a reconstruir sus vidas. El programa nacional es ejecutado por la Alianza de Religiosos para la Salud Integral y la Promoción de la Persona Humana en Côte d’Ivoire (ARSIP).
A nivel mundial, debemos seguir aprovechando las voces y experiencias de las mujeres y las niñas para crear soluciones duraderas, fortaleciendo los servicios de salud sexual, reproductiva, materna y neonatal.
Juntos podremos lograr nuestro objetivo: cero casos de fístula para 2030.
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